En esta reexposición de los contenidos de nuestra ignorancia, los dos límites de 1870 reaparecen bajo la forma de los enigmas I y V-VI. (Los siete enigmas eran en efecto los siguientes: I. Esencia de la materia; II. Origen del movimiento; III. Origen de la vida; IV. Apariencia de una disposición teleológica de la naturaleza orgánica; V. Origen de la sensación; VI. Origen del pensamiento racional y del lenguaje y VII. Problema de la libertad). Ahora bien, du Bois-Reymond nos dirá también que de estos siete enigmas hay tres que no son trascendentes (es decir, insuperables, aunque hoy por hoy permanezcan en la penumbra): el enigma III (origen de la vida, puesto que, «una vez que la materia haya comenzado a moverse, pueden formarse mundos en cuyo interior, y en circunstancias adecuadas todavía no reproducibles hoy, pueden haberse dado estados peculiares de ese equilibrio dinámico de la materia que llamamos vida»), el enigma IV (pues la selección natural de Darwin prepara la posibilidad de una reconstrucción mecánica de las adaptaciones teleológicas) y el enigma VI (la cuestión del origen del pensamiento no presenta dificultades insuperables una vez presupuesta la sensación). Quedan, por tanto, como enigmas trascendentes, el I, II, V y VII. Ahora bien, estos cuatro enigmas trascendentes podrían otra vez – decimos por nuestra parte– reagruparse en dos bloques, correspondientes precisamente a las dos partes de la realidad que Kant, y sobre todo Hegel, habían distinguido, la Naturaleza (I y II) y el Espíritu (V y VII). El dualismo parece presidir de nuevo la formulación de los enigmas del Universo.
En torno al libro de Ferdinando Vidoni, Ignorabimus. GUSTAVO BUENO.
miércoles, junio 07, 2006
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