martes, enero 10, 2006

EL MALESTAR DEL PENSAMIENTO

En Octubre de 2001 se estrenó en televisión la producción de la Warner Brothers Smallville . Mediante una estrategia cinematográfica de probada eficacia (la narración retrospectiva que “prolonga” la historia hacia atrás en lugar de hacerlo hacia delante, del mismo modo que George Lucas ofreció el Episodio Uno de la “Guerra de las Galaxias” después de los posteriores, en lugar de hacerlo antes de ellos), Smallville (literalmente: ciudad pequeña) narra la vida de el joven Superman en una localidad de pocos habitantes, en esencia buena gente laboriosa y honrada, pero en la cual prácticamente toda la población está alterada por una lluvia de meteoritos sufrida años atrás. Esto hace que, sin saberlo, cada uno de ellos posea extraños poderes que impulsan a los padres a disparar contra sus hijos, a los candidatos a delegado del Instituto de Secundaria a asesinar a sus rivales electorales o a los jóvenes a matar a los mayores que se encuentran enfermos, entre otros muchos ejemplos que podrían ponerse. Como el espectador ve por los ojos del pequeño número de personas conscientes de esta perturbación latente, comprende a la perfección que se trata de un lugar en el cual los poderes públicos están completamente desarmados contra aquellos “super-poderes” descontrolados y desconocidos y en el cual, como sucedía en el “estado de naturaleza” descrito sucesivamente por Hobbes y por Rousseau, cada uno de los vecinos tiene que sospechar de cada uno de los demás, pues de ellos procede el principal riesgo que le amenaza, ya que todos los habitantes tienen un “lado desconocido” (desconocido incluso para sí mismos) que puede resultar letal para cada uno de los demás. En este contexto, el adolescente Clark Kent (igual que el joven Lex Luthor) no es más que otro de los afectados por la alteración, aunque sus poderes le destinan, como es lógico, a emplear su fuerza exorbitante para deshacer los entuertos sobrevenidos. Dejando aparte el evidente simbolismo de la “lluvia de meteoritos” que altera insensiblemente a la población y la sumerge en una situación de inseguridad, el paso de Metrópolis a Smallville da cuenta del fenómeno del empequeñecimiento del mundo , que el propio personaje de Superman experimenta doblemente: con su paso de la gran pantalla a la pequeña y de la edad adulta a la adolescencia. Contra la tan acreditada impresión de un envejecimiento epocal, manifestada por muchos críticos y cronistas de la modernidad tardía, lo que más bien parece suceder en este nuevo orden es que todos -incluidos los superhéroes- nos hacemos pequeños.

José Luis Pardo

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